sábado, 11 de febrero de 2012

Minima Moralia


Se puede decir más alto, pero... Ignacio García May ('Portulanos' @ElCultural.es): "Los recortes"


Cunde el pánico en el mundo de la cultura debido a los atroces e insensatos recortes presupuestarios y el consiguiente cierre en dominó de festivales, editoriales, revistas, compañías y centros culturales. Los devotos de Mammón que nos gobiernan están convencidos de que todo se soluciona con el consumo: servimos sólo como sacrificio para el bestial ídolo del dinero. Pero, en esta guerra que se está librando, los profesionales de la cultura han perdido hace tiempo el derecho a presentarse como colectivo de víctimas inocentes, derecho que, sin embargo, continúan ejerciendo con desconcertante desfachatez. Que quede claro: la cultura, o es una auténtica herramienta de conocimiento, de reflexión y, en última instancia, de mejora del mundo en el cual se produce (“belleza es verdad”, como escribió Keats), o no es más que un lujo pueril y vanidoso, un repelente monumento al ego lógica y legítimamente prescindible. Y lo cierto es que hemos visto con exasperante frecuencia cómo se han reproducido, y se siguen reproduciendo, entre nosotros, los más detestables patrones de ese sistema que luego aseguramos condenar: despilfarro de los dineros públicos, caciquismos, acciones y declaraciones populistas, caprichos camuflados bajo la coartada multiuso de la libertad creativa. Hemos exigido los derechos de lo público pero con los beneficios de lo privado: una merienda en el campo, pero sin hormigas. La cosa está así: o somos impecables en nuestra conducta o nos convertimos automáticamente en unos estafadores. 



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